Inundados de basura electrónica: generamos mucha más de la que reciclamos
La tecnología ha cambiado por completo nuestra forma y estilo de vida. Estamos, cada día más y más, rodeados de teléfonos móviles, televisiones, tabletas y ordenadores. Sin embargo, sabemos dónde acaban la mayoría de estos dispositivos una vez que se rompen o se desechan. La media de terminales, en los países ricos, cada persona tiene más de un centenar y muchos de ellos terminan en la basura.
Toda esa «marea de cacharros» ha derivado en un problema global, ya que un nuevo estudio determina que los residuos están creciendo cinco veces más que su reciclaje. En 2022, los países generaron 62 millones de toneladas de desechos electrónicos, una cifra récord, según advirtió el Observatorio de los Residuos de la ONU el pasado 20 de marzo.
Detrás de este aumento de basura está el progreso tecnológico, el aumento del consumo, unas opciones de reparación bastante limitadas y ciclos de vida muy cortos. Es por estas razones por las que la basura irá creciendo con el paso de las generaciones. Según estimaciones, el planeta creará unos 80 millones anuales de deshechos.
Por otra parte, el reciclaje, si prosigue esta tendencia, no logrará hacer frente a esas cifras. En 2024 no se recicla ni una cuarta parte de los residuos electrónicos, con el consiguiente riesgo de contaminación para las poblaciones de todo el mundo. Sin embargo, para el 2030 la cifra también irá disminuyendo hasta un 20%. Por ello, el aviso para mejorar la infraestructura e intentar elevar los datos al 60%. Europa lleva la delantera con una tasa aproximada al 45% (42,8%).
A las preocupaciones medioambientales se une otro motivo para fomentar e impulsar el reciclaje. Los residuos electrónicos generados en el año 2022 contenían alrededor de 31.00 millones de kilos en metales, 14.000 millones de kilogramos en minerales, vidrio y otros materiales, sin olvidarse de los 17.000 millones de kilogramos de plásticos. Traduciendo esto a cifras a cifras económicas, hubo unos 90.000 millones de dólares perdidos en materiales estratégicos como el oro, el cobre y el hierro.